Encontré esta carta entre mis archivos, debo haberla escribo hace mas de 5 años... Sé que no iba dirigida a nadie, quizá a mi. Pero no se quien quise que la escribiera, tal vez tambien yo... a ver que dicen...
Emma:
Es tan difícil para mí describirlo, tú lo sabes, no sé cómo poner exactamente en orden las cosas. Quizás como siempre lo mencionas, mitad por preocupación mitad por ironía, vivo obsesionado con el orden. Es que aunque no entiendas por qué, (y yo tampoco lo pueda explicar claramente) todo tiene que estar en orden. No sé cómo a ti no te preocupa que todo tenga que estar de alguna manera estructurado armónicamente, para decirlo en tus palabras…
Para mí, más que armónicamente todo debería estar estrictamente ordenado, sin cosas de más, ni adornos de más y si los hay que estén puestos exactamente donde tienen que estar. Cuando hablo quiero hacerlo exactamente igual, no me parece malgastar palabras, no me gusta decir palabras de más.
Ni tú lo entiendes ¿no?... y tú eres la persona que más me entendía… ¿y ahora?... ¿Quién le hará caso a mis obsesiones?, ¿con quién divagaré hasta ordenar mis ideas?... tú dices que estás, que sigues ahí, que la persona que está enloqueciendo soy yo.. Pero los dos sabemos que eso no tiene sentido. Yo no cambio, yo no me muevo, yo siempre estoy en mi usual monotonía. Tú eres un constante cambio, movimiento. Te gusta el movimiento, te gustan los colores. Esa es la razón por la cual pudimos pasar tanto tiempo sin aburrirnos de nuestra compañía. Tú hacías los cambios y yo los aceptaba, dejaba todo en tus manos, yo solo me dedicaba a ir poniendo en orden tus constantes cambios de humor, de colores, de sabores, de lugares. Me llegue a acostumbrar a ellos y comenzaron a gustarme.
Esperar tus cambios se volvió parte de mi usual cotidianidad. Era mi trabajo, yo ordenaba tus desordenes, decidía entre las miles de opciones, le daba un camino claro a la ambigüedades… ¿pero no lo soportaste no?... sé que no soportas que haya podido ordenar y cronometrar tus cambios. Ya no cambias, ya no te mueves… sé que tu resentimiento hacia mi obsesión por ordenarlo todo te llevo a ya no darme nada para ordenar… quieres que yo ya no entienda nada.. Que entre en caos. Quieres hacerme lo que yo te hice. Desordenar mi orden.
Es difícil explicarte que no quise fotocopiar en blanco y negro tus miles de colores. No quise volver estrellas los meteoros, solo actuaba por instinto. Hoy te vi, esperando que me cuentes miles de cosas, que rías cada tres palabras, o que me hagas reír pero no hiciste nada… No pude ordenar tus palabras, tus gestos, simplemente ya no estaban presentes. No sé como decirte que te extraño, que si volviera a conocerte ya no intentaría cambiarte, y en verdad eso no fue lo que quise hacer solo quise entenderte.
Emma:
Es tan difícil para mí describirlo, tú lo sabes, no sé cómo poner exactamente en orden las cosas. Quizás como siempre lo mencionas, mitad por preocupación mitad por ironía, vivo obsesionado con el orden. Es que aunque no entiendas por qué, (y yo tampoco lo pueda explicar claramente) todo tiene que estar en orden. No sé cómo a ti no te preocupa que todo tenga que estar de alguna manera estructurado armónicamente, para decirlo en tus palabras…
Para mí, más que armónicamente todo debería estar estrictamente ordenado, sin cosas de más, ni adornos de más y si los hay que estén puestos exactamente donde tienen que estar. Cuando hablo quiero hacerlo exactamente igual, no me parece malgastar palabras, no me gusta decir palabras de más.
Ni tú lo entiendes ¿no?... y tú eres la persona que más me entendía… ¿y ahora?... ¿Quién le hará caso a mis obsesiones?, ¿con quién divagaré hasta ordenar mis ideas?... tú dices que estás, que sigues ahí, que la persona que está enloqueciendo soy yo.. Pero los dos sabemos que eso no tiene sentido. Yo no cambio, yo no me muevo, yo siempre estoy en mi usual monotonía. Tú eres un constante cambio, movimiento. Te gusta el movimiento, te gustan los colores. Esa es la razón por la cual pudimos pasar tanto tiempo sin aburrirnos de nuestra compañía. Tú hacías los cambios y yo los aceptaba, dejaba todo en tus manos, yo solo me dedicaba a ir poniendo en orden tus constantes cambios de humor, de colores, de sabores, de lugares. Me llegue a acostumbrar a ellos y comenzaron a gustarme.
Esperar tus cambios se volvió parte de mi usual cotidianidad. Era mi trabajo, yo ordenaba tus desordenes, decidía entre las miles de opciones, le daba un camino claro a la ambigüedades… ¿pero no lo soportaste no?... sé que no soportas que haya podido ordenar y cronometrar tus cambios. Ya no cambias, ya no te mueves… sé que tu resentimiento hacia mi obsesión por ordenarlo todo te llevo a ya no darme nada para ordenar… quieres que yo ya no entienda nada.. Que entre en caos. Quieres hacerme lo que yo te hice. Desordenar mi orden.
Es difícil explicarte que no quise fotocopiar en blanco y negro tus miles de colores. No quise volver estrellas los meteoros, solo actuaba por instinto. Hoy te vi, esperando que me cuentes miles de cosas, que rías cada tres palabras, o que me hagas reír pero no hiciste nada… No pude ordenar tus palabras, tus gestos, simplemente ya no estaban presentes. No sé como decirte que te extraño, que si volviera a conocerte ya no intentaría cambiarte, y en verdad eso no fue lo que quise hacer solo quise entenderte.
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