Son casi 16 años que nos conocemos, has sido parte de mis almuerzos, de mis risas, de mis llantos, de mis pleitos interminables con mis mostras hermanas, he visto como tu pequeña se hizo cada vez más grande, hemos visto como las dos hemos ido creciendo.
Llegué a mi casa nueva más o menos en octubre de hace muchos años, yo tenía creo que 8 años, acababas de empezar a trabajar en mi casa, tu hijita no caminaba todavía, era una pequeña pericota, como dices que le decía yo.
Ella gateaba por el patio mientras tú barrías la entrada de mi casa. No sé bien qué pasó en ese momento, quizás me puse a jugar con la pequeñuela, me debes haber sonreído como siempre lo haces y a partir de ese momento no tengo casi recuerdos de casa en los que tu no estés.
Ahora las pocas veces que podemos almorzar juntas recordamos las largas tardes en las que no hacía mi tarea y me ponía a saltar con la pequeña en un colchón que habíamos puesto en la cocina, tú te reías y me engreías, como lo haces hasta ahora, tú también eras muy joven, disfrutabas todos los juegos que me inventaba y jugabas con nosotras, nos reíamos, cantábamos, “te ayudaba” a cocinar y creo que en realidad cortaba todo chueco y malograba la sazón, pero de tu rostro nunca salió una cara de reprobación hacia mí, al contrario siempre me has engreído y cuidado como si fuéramos familia, he crecido contigo y tú has crecido también con nosotras.
Hasta ahora no se bien qué pasó esa tarde de octubre en la que llegaste a mi casa, pero desde ahí a pesar de los viajes, de los cambios en tu vida, de lo grande que está la pequeña, de los cambios en mi familia, no hemos podido separarnos mucho tiempo, creo que todos hemos crecido juntos.
Eres de las personas más fuertes y valientes que conozco, eres alegre y dedicada y ante lo duro de la vida demasiadas caras duras no te he visto poner, siempre sabes cómo responder con una sonrisa.
No sé bien cómo decírtelo, pero gracias por las ya miles de sonrisas con las que siempre has sabido alegrarme.
Te quiero mucho.
Llegué a mi casa nueva más o menos en octubre de hace muchos años, yo tenía creo que 8 años, acababas de empezar a trabajar en mi casa, tu hijita no caminaba todavía, era una pequeña pericota, como dices que le decía yo.
Ella gateaba por el patio mientras tú barrías la entrada de mi casa. No sé bien qué pasó en ese momento, quizás me puse a jugar con la pequeñuela, me debes haber sonreído como siempre lo haces y a partir de ese momento no tengo casi recuerdos de casa en los que tu no estés.
Ahora las pocas veces que podemos almorzar juntas recordamos las largas tardes en las que no hacía mi tarea y me ponía a saltar con la pequeña en un colchón que habíamos puesto en la cocina, tú te reías y me engreías, como lo haces hasta ahora, tú también eras muy joven, disfrutabas todos los juegos que me inventaba y jugabas con nosotras, nos reíamos, cantábamos, “te ayudaba” a cocinar y creo que en realidad cortaba todo chueco y malograba la sazón, pero de tu rostro nunca salió una cara de reprobación hacia mí, al contrario siempre me has engreído y cuidado como si fuéramos familia, he crecido contigo y tú has crecido también con nosotras.
Hasta ahora no se bien qué pasó esa tarde de octubre en la que llegaste a mi casa, pero desde ahí a pesar de los viajes, de los cambios en tu vida, de lo grande que está la pequeña, de los cambios en mi familia, no hemos podido separarnos mucho tiempo, creo que todos hemos crecido juntos.
Eres de las personas más fuertes y valientes que conozco, eres alegre y dedicada y ante lo duro de la vida demasiadas caras duras no te he visto poner, siempre sabes cómo responder con una sonrisa.
No sé bien cómo decírtelo, pero gracias por las ya miles de sonrisas con las que siempre has sabido alegrarme.
Te quiero mucho.
Pequeña Mostra
1 comentarios:
Que tierna mi pequeña mostra, la verdad es q hay veces en las cuales esas personas que siempre estan en la casa ya no son simple personas sino son tu familia.
mostra loca
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